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Libro 6 11 - 15 Cada una de estas páginas contiene 5 cartas |
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11
HAZME LIBRE SEÑOR
"Cristo nos liberó para que fuéramos libres. Ustedes
hermanos fueron llamados para gozar la libertad", dice San Pablo.
Sentirnos libres con la libertad de los hijos de Dios es una de las
experiencias más agradables en Cristo. Donde está el Espíritu de Jesús
allí hay libertad porque el amor de Dios derramado en nuestros
corazones hace al Cristiano feliz de vivir la verdad. Como Jesús dice,
"Ustedes serán mis verdaderos discípulos si guardan siempre mi
palabra; entonces conocerán la verdad y la verdad les hará
libres". La Palabra de Dios es un mensaje de libertad y una fuerza
liberadora en nuestros corazones. Además en Santa Cruz, El está
liberando la historia humana de las esclavitudes más pesadas, el
pecado, el maligno y la muerte. Amen, amen les digo, el que comete
pecado es esclavo, pero si el hijo los hace libres, ustedes serán
verdaderamente libres". Mi alma está en mis manos. No soy víctima
de nada y nadie en este mundo, ni de mí mismo. Así la libertad
Cristiana es Don y conquista, regalo y victoria, lucha y descanso. La
verdadera libertad es raíz y fruto de la paz. Sin un respeto profundo
de la libertad, la paz escapa de un ser humano. Por eso el Papa dice:
"Para servir a la Paz, respeta la libertad".
María al lado de su hijo, Jesús, es la imagen más perfecta de
la libertad y de la liberación de la humanidad y del universo entero.
Toda la creación está gimiendo y llorando esperando su liberación por
los hijos de la Resurrección. Que raro en nuestro mundo actual, con
tantos avances en la Ciencias y en la Tecnología, escuchar algunos
diciendo: Cuando el ser humano está rechazando la Fe en Dios y las
normas morales recién van a ser libres. Pero la triste verdad de la
historia actual es que cuando la persona trata de liberarse de Dios y de
la ley moral, lejos de conquistar su libertad, la destruye.
Aparentemente escapando de la verdad y viene a ser presa de lo
arbitrario y víctima del terror, el odio y la violencia. La libertad
religiosa es la primera de las libertades humanas y guardián de las
otras. Cada persona por ser creada "Imagen y Semejanza de
Dios", está dotada con un tesoro espiritual que los animales y los
instintos de la carne no conocen. Pablo dice, "Yo no hablo de esa
libertad que encubre los deseos de la carne: anden según el Espíritu y
no llevarán a efecto los deseos de la carne"". Es pura verdad que la liberación del pecado y la muerte en Jesús es muy hermosa, pero la libertad de los hijos de Dios es algo más positiva y grande. La liberación para crecer espiritualmente, más y más maduro y dueño de mi existir, es una de las experiencias Cristianas urgentes. Pero aún más maravilloso es el encuentro con el autor de todas las libertades como una fuente inagotable de Agua Viva. Somos libremente realizados cantando: "Ahora que libre soy. Si, si, si, oh si. Ahora que libre soy, libre para Ti. Quiero rendirte culto, quiero cantarte Gloria, Gloria a Ti, Señor".
"Los discípulos volvieron muy felices, diciendo: Señor, en
tu nombre sometimos hasta los demonios. Pero Jesús les dijo: No se
alegren porque someten a los demonios; alégrense más bien porque sus
nombres están escritos en el "Libro de la Vida", "Jesús
abrió el” libro de la vida, muriendo en la Santa Cruz y resucitando
victorioso al tercer día". Estamos inscritos en su libro
victorioso por el Bautismo y por la Fe, como una Nueva Creación. Los
que tratan de vivir según este libro, van a sentir la alegría
Cristiana. Y es muy triste un Mundo sin Cristo, porque se glorifican los
bienes materiales como a un Dios. Pueden multiplicarse los placeres en
muchas ocasiones, pero nunca dará alegría verdadera. La alegría tiene
otro origen, espiritual. Los paraísos artificiales no pueden evitarla
aflicción y la tristeza: tampoco pueden llenar el vacío espiritual que
todos sufren sin Dios: "Solo Dios hace al hombre feliz".
Pero algunos pueden preguntarse: ¿Cómo podemos vivir la alegría
Cristiana, cuando vivimos rodeados por tanta miseria y pobreza injusta,
de tantos hambrientos y víctimas de combates espirituales? ¿Acaso no
compartimos profundamente la pena de aquellos sobre los cuales, las
angustias y los sufrimientos de toda clase, arrojan un velo de tristeza?
La respuesta es, Sí!, pero en Cristo. Es precisamente en darles la mano
de misericordia, que los "Cristifideles" van a sentir la alegría
del Amor, porque hay más gozo en dar que en recibir. Unidos en una
solidaridad cristiana podemos construir un mundo mejor para todos, donde
nadie busque un Cristo sin su Cruz, y nadie esté llevando una Cruz sin
Cristo.
Además muchas veces los más pobres y abandonados saben
disfrutar las alegrías humanas que Dios pone en sus caminos, mejor que
los más ricos. La alegría cristiana pone a una persona capaz de sentir
alegrías naturales; la alegría tranquila de la naturaleza y el
silencio, la alegría de vivir una vida digna, honrada y limpia: la
alegría de terminar un trabajo duro y cumplir un deber fuerte, la alegría
transparente de la pureza juvenil, del sacrificio compartido en el
matrimonio. La alegría cristiana puede perfeccionar, elevar y
purificar; pero jamás puede despreciar a las personas. En fin, una de las causas principales de la alegría cristiana es la pobreza espiritual: "Felices son los pobres en el Espíritu, de ellos es el Reino de mi Padre", dice Jesús. "La verdadera pobreza consiste en una actitud interior, profunda y simple. No es pobre quien se siente superior, seguro y fuerte. La verdadera pobreza experimenta una profunda necesidad de Dios y de los otros. No es pobre quien se siente orgulloso de su pobreza, vanagloriándose de ella. La pobreza es sencillamente servicio y amor, desprendimiento y libertad, serenidad y alegría. No siembra resentimientos, no causa amarguras, ni provoca violencia. Es solo la condición para que el Reino de Dios entre en nosotros".(Cardenal Pironio).
La devoción a la Santísima Virgen María, bajo el título
"del Carmen", es muy profunda en toda Bolivia. Hace pensar en
el gran profeta Elías, y sus experiencias, en el monte Carmelo. Cuando
Elías oró y el fuego cayó del cielo consumiendo su sacrificio y a los
450 profetas falsos de Baal. Él oró otra vez y Dios cerró el cielo
por tres años sin lluvia. En fin, perseguido y fatigado, llegó al
monte Carmelo y pasó la noche en una cueva. Él escuchó una voz
diciendo: "Sal afuera y espera a tu Dios, porque él va a
pasar". Elías salió y pasó un huracán, un terremoto y un rayo,
pero Dios no estaba en ellos. Al fin se sintió el murmullo de una suave
brisa. Elías tapó su cara y Dios lo lleno de consuelo, fortaleza y
sabiduría. Así es la virgen del Carmen, la patrona de la oración
contemplativa, que llena el corazón de Amor, Paz y Luz, como una brisa
delicada. Al mismo tiempo, es fuente del fuego en el corazón, dando una
palabra profética que quema, capaz de abrir el cielo. "María,
Estrella de Evangelización".
Nuestra Señora del Carmen es la mujer victoriosa prometida en Génesis
después del pecado original: Dios dijo en el Edén a la serpiente,
"Pondré guerra en ti y la mujer; entre tu prole y la prole de
ella, y ella, tu cabeza aplastará". María del Carmen debe ser
Educadora de Fe y Pedagoga del Evangelio en toda Bolivia. La victoria
que vence el mundo del pecado es nuestra Fe, y con María presente,
podemos escuchar la voz de Isabel "Feliz por haber creído que de
cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor". Y el
pueblo Boliviano quiere cantar: "Tú eres Hermosa. Te amamos con
ternura, porque eres nuestra Madre, por ser madre de Cristo
Salvador".
También la Virgen del Carmen es la Mujer Gloriosa, que Juan vio
en una visión profética: "una Mujer, vestida con el sol, con la
luna bajo los píes y en su cabeza una corona de doce estrellas. Está
embarazada y grita de dolor, porque llegó su tiempo de dar a luz".
El papel de María en todos los momentos históricos, es presentar a
Jesucristo al mundo perdido, como Esperanza de los Hombres de hoy. Ella
está participando en el Reinado de Cristo, como Reina de la Paz, y su
gran cuidado es que la esperanza venza a la angustia, la comunión reine
sobre la soledad, la alegría y la belleza sobre el tedio y las náuseas.
"Ven con nosotros a caminar, Santa María, Ven". Pero sobre todo en América Latina, la Virgen del Carmen es la Madre de los pobres, como la Virgen morena de Guadalupe. Su misión grande es comunicar a los pueblos un amor hacia los pobres, que es vigoroso como Elías, diciendo: "Mi alma alaba la Señor y mi Espíritu se regocija en Dios, mi Salvador". Pero esta alabanza debe producir el grito profético: "Su brazo llevó a cabo hechos heroicos"; capaz de arruinar a los soberbios con sus trampas, sacar a los poderosos de sus tronos, y en salvar a los humildes, en fin, dando pan a los hambrientos. Y todos queremos cantarle a la Virgen del Carmen: "Madre, óyeme, mi plegaría es un grito en la noche, Madre, mírame en el tiempo de mi juventud, Madre, tuyo soy, en tus manos me vengo a poner".
Ser el Prójimo, ser el Buen Samaritano, es el secreto de ser
feliz, es el misterio de la vida. Cuando el Maestro de la Ley le preguntó:
"¿Quién es mi prójimo?", Jesús contestó con la parábola
del Buen Samaritano. La respuesta para toda la historia humana es,
Jesucristo!, en nosotros y entre nosotros nuestra Esperanza de Gloria.
Así Él quiere vivir en nosotros dándonos la mano de misericordia, a
nosotros que sufrimos por los golpes de la vida. No hay que calcular
mucho, para saber quien es tu prójimo, sino déjate llevar por el
llamado que sientes en tu corazón, y hazte prójimo, próximo a tu
hermano que te necesita. "No importa la raza ni el color de la
piel, ama a todos como hermanos y haz el bien".
La primera norma para ser un Buen Samaritano es reconocer que no
nos está permitido "pasar de largo", con indiferencia, sino
que debemos "pararnos" junto al sufrido. Todos tienen que
"Ver" al hombre golpeado y herido; seamos Sacerdotes, Levitas
o Samaritanos. Pero pararnos en el tenso caminar de la vida moderna, y
escuchar la voz de Jesús gritando en los "pobres miserables"
de mi pueblo, en ellos está el "prójimo". "Una sola
cosa es necesaria" dijo Jesús a Martha; "sea como María,
pararse en sus apuros y quedarse a los pies de Jesús escuchando su
Palabra, antes de comenzar cualquier actividad."
Pero no basta "ver y parase, junto al sufrimiento del otro.
La segunda regla del Buen Samaritano, es abrirse al otro en su sufrir y
sentirse conmovido. Ser "prójimo", es ser sensible al
sufrimiento ajeno, ser conmovido ante la desgracia del otro, como
propiamente mía. Como Pablo dice, "Si reparto todo lo que poseo a
los pobres, pero sin tener amor, de nada me sirve". Como el canto
dice, "al que sufre y al triste dale amor, dale amor. Al humilde y
al pobre dale amor".
La tercera expresión del Buen Samaritano, es acercarse al otro y
ofrecerle ayuda. El amor sentido en el corazón, es fuente de acción.
No basta ver, pararse y sentirse conmovido. Hay que echar aceite y vino
en las heridas, vendarlas, y llevarlo a un hotel montado sobre su propio
caballo. Además de pasar la noche cuidándolo, hay que ayudarle en el
futuro, en lo que sea posible. Trabajar afanosamente sin pararse a los
pies de Jesús antes de comenzar, es amargarse y acercarse a Jesús más
tarde para quejarse: "Señor, ¿no se te da nada que mi hermana me
deje sola para atender? Dile que me ayude". Como el Papa dice: "Se puede afirmar que se da a sí mismo abriendo su propio yo al otro. Tocamos aquí, uno de los puntos clave de todo el Cristianismo. El ser humano no puede encontrar su propia plenitud sino en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Buen Samaritano, es ser capaz precisamente de ese don de sí mismo". Eso es ser prójimo.
Los discípulos de Jesús están pidiendo en el nombre de toda la
humanidad, y de cada Cristiano, una de las bendiciones más grandes: Jesús
enséñanos morar, como Juan enseñó a sus discípulos. Todos los
profetas eran hombres de oración cultivando una relación vivencia¡
con un Dios muy conocido y amado. Para ellos y para sus seguidores, la
oración era el lenguaje del amor, comunicación vital y vivificante con
un Dios vivo y bondadoso. La respuesta de Jesús no era un discurso
intelectual ni un suspiro sentimental. Él mismo, pasó noches enteras
en comunión intima con su Padre, experimentando la fuerza del Espíritu,
quien es el soplo vital de la oración. Si tú quieres orar mejor, cuida
mucho de no multiplicar palabras y peticiones como aquellos que no
conocen a Dios como Padre. Jesús se quejó contra los judíos al decir,
"Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos
de mí".
Toda la fuerza en las palabras verbales, viene de las palabras
mentales, y más todavía de los deseos espirituales en el corazón.
Entonces orar mejor, no es orar más, sino es cultivar la presencia y
reducir las palabras, es escuchar más que hablar.
Jesús nos enseñó una sola oración, el Padre Nuestro. El
quiere comunicarles a todos una experiencia muy personal de su Padre,
que es Nuestro Padre en Él. Como hijos e hijas de un Padre que es pura
bondad, cada uno quiere saludarle diciendo; Abba, Padre ¡Que estás en
lo celestial, santificado sea tu Nombre. Es decir como María comenzando
su oración, "Mi alma alaba al Señor, y mi Espíritu se alegra en
Dios mi Salvador. La alabanza tiene primacía en toda la oración
Cristiana, muy unida con el segundo motivo que es la gratitud; como el
Salmista dice, "Den Gracias al Señor, porque su amor perdura para
siempre".
Enseguida viene la gran necesidad de pedirle a nuestro padre las
necesidades grandes para vivir en paz con El y con nuestros hermanos.
Jesús nos enseñó como Hijos de Fe y Esperanza, a elevar
nuestras mentes y corazones al Padre y pedirle las dos cosas más dignas
que hay; su Reino y su Voluntad. Cuando hay más luz en la mente que
pensamientos, y más amor en el Corazón que deseos, la oración es muy
sencilla. "Sí ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus
hijos, cuanto más el padre del cielo dará su Espíritu Santo a los que
se lo pidan". El Espíritu Santo es el Don que viene a cada corazón
junto con la oración y cuando no sabemos expresarnos bien, Él va a
pedir por nosotros con gemidos y súplicas que Dios escucha.
Ahora viene lo más humilde en la oración de Jesús, las cuatro
peticiones humanas, según las necesidades de cada día: Pan, Perdón,
Protección y Poder. Se nota que el Padre Nuestro es la Gran oración
del amor, usando la palabra Nuestro y no las palabras "mío" y
"suyo". Pedimos juntos como iglesia el Pan familiar y
comunitario, el Perdón fraternal y eclesial, la protección social y
filial y el Poder real y sacerdotal. Con qué alegría oramos, porque él
que es grande dijo: "Pidan y les darán, busquen y hallarán,
toquen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, y el
que busca halla, y al que llama a una puerta se le abrirá". |
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