Libro 7                  Cartas  65 al 68

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                             “ERES  TU, EL  MESIAS”

          Cuando los discípulos de Juan Bautista llegaron a Jesús, le preguntaron a El, ¿Eres tú el Mesías o tenemos que esperar algo más? Jesús, el gran maestro de los corazones, y pedagogo de la santidad les contestó con el silencio de las obras de misericordia: Vayan a decirle a Juan que los ciegos ven, los sordos escuchan. Además el Evangelio está predicado a los pobres;  felices son aquellos que no son escandalizados en mí. Es decirle a Juan que Jesús es el Mesías, el prometido del Padre. Más antes Jesús prometió evangelizar a los pobres por la Unción del Espíritu y abrir a los encarcelados. También siglos antes, Isaías prometió que el Cristo abrirá los ojos de los ciegos, romperá las cadenas de la esclavitud y proclamará un año de jubileo. Hasta hoy día el pueblo espera signos de victoria sobre Satanás, las enfermedades, la muerte y el pecado.    El mensaje de Salvación será muy débil e incompleto sin los signos del Reino ya presentes.

          Seguramente Juan tenía ganas de salir de la cárcel para compartir la hora de la Salvación con Jesús. Juan había sido encarcelado por denunciar el pecado del adulterio de Herodes su rey. El profeta siempre busca la verdad de Dios en su pueblo, para salvar a los pecadores de la perdición. El profeta es más “la boca” de Dios, llamando a su pueblo a la conversión de fe, que “el ojo” profetizando el futuro en el Reino del Padre. Los profetas no encuentran aceptación en su propio pueblo y sus familiares no lo quieren a El y su Salvación. La Biblia dice que a Herodes le gustó escuchar a  Juan e hizo muchos cambios según la luces de la palabra del profeta. Pero en poco tiempo la mujer adúltera pidió la cabeza  de Juan, en vez de cambiar el amor falso en su corazón. Así Juan murió un mártir por la verdad de Jesús. El martirio de las pequeñas cosas, es la penitencia más agradable a los ojos de Dios.

          Tantos jóvenes, hoy en día, viven confundidos por el conflicto moral y espiritual entre las normas del mundo y las de Dios. El pecado del mundo post-moderno es su “carácter babélico”, dice el Papa actual. Es decir, construir el mundo y escribir su historia sin Dios. La Navidad es el tiempo de recordar la grandeza del niño Belén envuelto en pañales y echado en un pesebre. Solamente los pequeñuelos captan la humildad del “establo” como el remedio por los palacios de la carne.   La misericordia del salvador Jesús es una llamada a todos nosotros diciéndonos, que la soberbia es la madre de todos los pecados y la fuente de toda perdición. Como la Virgen María canta en su Magnificat. Dios va a derrotar a los orgullosos y ensalzar a los humildes. El va a echar abajo a los poderosos y poner a los niños en sus tronos. En fin, los pobres de Dios, nuestro Padre, van a ser bendecidos por Dios y los ricos mandados lejos del camino de la Salvación.

                    NUNC  DIMITIS

           Uno de los Cánticos Bíblicos más bellos es el “ahora tu puedes dejar que tu siervo muera en paz como lo has dicho.” El cántico de Simeón durante la Presentación de Jesús en el templo ha sido usado por la Iglesia como una parte de las últimas oraciones cada día en las Completas. El silencio de la noche fomenta el espíritu contemplativo en los coros Cristianos. Simeón, ya un anciano, recibió una promesa más antes en su vida de no morir hasta que sus ojos hayan visto a su Salvador. Él entró en el Templo, guiando por el Espíritu Santo, precisamente cuando José y María llegaron con el Niño-Jesús para cumplir la ley de Moisés. Al recibir a Jesús en sus brazos su alma comenzó a regocijarse y salió de su corazón un cántico nuevo, la famosa “nunc dimitis”, tus promesas, y ahora yo quiero descansar en paz. Si Señor, escuchamos tu voz decir a nosotros: “la paz les dejo, pero mi paz les doy.” Tú eres, Oh! Señor, la Luz de todos los pueblos y la Gloria de mi pueblo, Israel.

          El descanso de la noche no es tanto para restaurar las fuerzas corporales , sino para renovar las promesas espirituales. El cansancio en cuerpo produce una intranquilidad en la tensión nerviosa que está saciado por el dormir. Pero el cansancio espiritual está saciado por la presencia interior de Jesús. La hermosa petición en cántico espiritual clama a nuestro Salvador: “Mora en mí, Amado mío, ven hacia mí, sacia tu sed. Mi fuente en Ti se vuelve río. Lo que tengo , lo que soy, a todos doy.” Simeón recibió a Jesús en sus brazos corporales y comenzó a cantar melodías bellas y nuevas al recibir en sus entrañas espirituales al señor resucitado. Simeón cantó pensando en la Vida Eterna por “ver” a Jesús en cuerpo. Cuánto más los Cristianos deben regocijarse en “ver” al Señor presente en los corazones limpios cantando cantos alegres de los Angeles.

          La noche es para los profetas que viven en las montañas y los desiertos buscando a su Señor. La búsqueda sincera produce los encuentros más íntimos por el Espíritu del amor. Así, los que escuchan al Señor van a oír: “te doy mi amor, te doy mi vida. Sin titubear confía en mí. Vive mi paz, vive mi gozo. Lo que tengo, lo que soy, a todos doy.” Los regalos de la vida en Jesús comienzan con la Gracia Divina y terminan con la gloria celestial. Un hombre muy sencillo  nos dio su testimonio el otro día. Él nos dijo  que su conversión personal consistió en tres sorpresas. La primera bendición fue dejar completamente la borrachera, el sexo afuera de su matrimonio y las peleas. “Ya son más de 11 años que el señor me liberó con una gran sorpresa, de mis vicios terribles”, dijo él. En segundo lugar “Jesús llenó mi corazón con mucha alegría y paz.  Pero una sorpresa más grande para mí, fue tener una amistad verdadera con Padre. Yo, indigno pecador, analfabeto y peleador más antes ahora converso amablemente con mi Dios. ¡Imagínate! En fin la sorpresa más grande para mí, fue el amor a mi prójimo, particularmente hacia los pobres. Yo, yo, y yo, era mi pensamiento y mi vida antes. Ahora me alegro mucho en ayunos y sacrificios para ayudar a mis hermanos más sufridos.”

         Señor, ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, como le has dicho. Porque mis ojos han visto al salvador que preparaste para presentarlo a todas las naciones. Luz para iluminar a todos los pueblos, y gloria de pueblo Israel.

“YO  LO  PUEDO  TODO  EN  AQUEL  QUE ME  FORTALECE”

                     Cuando el Ex - presidente Jaime Paz, usó   este texto Bíblico en su discurso inaugural causó, una sorpresa muy agradable en todo el pueblo boliviano. Como lema de su presidencia inspire mucha confianza. Para gobernar bien un país, los líderes necesitan mucho coraje y fortaleza. La valentía de los mártires no está en las fuerzas   humanas. “Aquel que me fortalece” para el combate espiritual, es El que venció la muerte en la Santa Cruz. Es El que vive hoy día en los Cristianos convertidos para cambiar la cobardía en la victoria divina. Sí, es el que cambia las derrotas de la vida en las alegrías de esperanza. Decir, “Yo lo puedo Todo”, sin El, es el colmo de la soberbia. Pero decir de todo corazón, “Yo lo puedo todo en El, con El, y por El”, es la corona de la humildad cada vez el comulgan con mucha fe, el Cristiano muere así mismo para ser transformado en la Nueva Vida de El. El que murió, ya no muere más. Era tan fuerte su Amor que de la muerte triunfó. De la tumba sale libre y vencedor.

          Seamos vencedores y también vencidos por su Amor. El Señor nos da su Amor como nadie nos lo dio. Vemos que Jesús siempre esté presente en bodas de matrimonios y no en lutos de funerales. A El le gustan las fiestas de alegría y no las comidas de tristeza. El comunica su Vida en banquetes de Amor y su Amistad en la mesa de hermandad. El que bajó del cielo como pan de vida, quiere ser el Dios de los vivos y no de los muertos. Cuando compartimos su Amistad, su Amor no está dividido, ni destruido, sino que aumenta y crece. Cada uno puede recibir todo y al consumir su Amor la presencia se intensifica en cada uno y en todos. ¡Qué misterio más maravilloso! ¡Qué banquete más grandioso! Cuando hay más y más comensales, no hay menos para cada uno. Todos participan en Todo. La amistad crece, la verdad brilla y el amor arde. El odio muere, la mentira huye y el desamor desaparece. Al partir juntos el pan, El nos llena de su amor. Pan de Dios, el Pan comemos de amistad.

          Sí, el maestro de la felicidad y el pedagogo de la santidad nos invita a su mesa, “Pasen por aquí las personas sencillas. Dejen lo que no sirve y vivirán. No importa que estén sin plata, vengan no más. Pidan trigo para el consumo, y yo les daré el Pan del Cielo. Pidan también vino y leche, sin pagar, y yo les daré la sangre del Cordero. ¿Para qué van a gastar su dinero en lo que no es pan y su salario en cosas que no alimentan? Atiéndanme y acérquense a mí, escúchenme y su alma vivirá! El precio de la salvación a sido pagado. El misterio de la Redención ha sido cumplido. La fuerza de la liberación ya está librado. Sí, “Yo lo puedo todo en Aquel que me fortalece.” El me fortalece para hacer una nueva creación y anunciar la nueva evangelización.  El me fortalece para hacer todo nuevo en su Espíritu de Amor. El me fortalece para construir la nueva civilización del amor y conquistar un mundo de paz. Y ella, que es Reina de la Paz, ven con nosotros a caminar, Santa María, Ven!

 

                        “SEÑOR,  DAME  DE  BEBER”

         Todos hemos visto las plantas marchitas y los animales sedientos cuando no hay agua. Así es la sequía espiritual. Hay momentos en la vida espiritual cuando las oraciones salen secas y tibias y el amor se vuelve amargo y apagado. La búsqueda de los ríos de agua viva pasa por el desierto de la soledad y sube a las montañas de la purificación. Los encuentros con los manantiales de agua cristalina, viva y vital, son privilegiados en el señor. Las promesas de Jesús a la mujer Samaritana se cumplen diariamente en muchos Cristianos que conocen al Señor: “Pidan de mi y yo les daré agua viva, y el que bebe del agua que yo les daré, no volverá más, a tener sed.” No basta renacer por Agua y el Espíritu ; Hasta crecer, hay que madurar, hay que producir. Como el canto dice, “Mora en amado mío. Ven hacia mí, sacia tu sed. Mi fuente en ti se vuelve río, lo que tengo, lo que soy, a todos doy.”

          Hace algunos meses pasó un matrimonio muy feliz, por Santa Cruz. Preguntándoles que clase de vida cultivaron para manifestar una vida tan agradable, tan bendecida, la respuesta fue sorprendente. Hemos descubierto la fuente de agua viva en nuestro hogar. Mas antes pasamos largos meses ya años pesados y cargados. Escuchamos, “con Cristo en la familia un feliz hogar”, y experimentamos un mejoramiento grande en nuestra familia, tratando de darle a Jesús el centro de todo. Pero faltó algo. Un día alguien nos dijo, acaso ustedes no han recibido el Espíritu en su matrimonio. El es “el alma” de su familia. Cultiva una relación de vida con él, cultiva la comunión con él , entrando en su descanso. Que maravillosa es la diferencia. Ahora sabemos vivir con ríos de agua viva que brotan de él, “Te doy mi voz, agua de vida, mi Santo Espíritu te doy, fuente de amor y de alegría. Lo que tengo, lo que Soy, a todos doy.”

          Pero este tipo de experiencia casi siempre nace en un sufrir en la Cruz de Jesús. La fe crece y se profundiza en crisis, cuando las fuerzas humanas no dan más y gritamos, “Señor, no doy más¡” “ahora el puede hacer todo porque la prueba produce la paciencia, de la cual no nos engaña, porque el amor que Dios nos tiene se ha derramado por el Espíritu Santo que el nos ha dado.” Durante Cuaresma Jesús en la Cruz dice a todos, “Te doy mi amor , te doy mi vida, sin titubear confía en mí. Vive mi paz, vive mi gozo, lo que tengo, lo que soy, a todos doy.” Si, Señor! Dame de beber!.

 

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