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| Libro 7 Cartas 69 al 72 | |||||||||||
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“¡ALELUYA,
ALELUYA!” ¿Qué dice
la palabra, aleluya, para los Cristianos? Dice nada y dice todo, porque
su contenido no es intelectual, sino que significa una experiencia.
Cuando el corazón está tan lleno de gozo, que no puede contenerse y
tampoco puede expresarse en palabras humanas, comienza a regocijarse en
sílabas. De ahí nace la música del alma, que comunica su mensaje de
felicidad a todos: ¡Soy feliz, Cristo resucitó! ¡Soy feliz porque la
vida es más fuerte que la muerte, y el Amor es más poderoso que el
pecado! ¡Soy feliz porque la Luz brilla en las tinieblas y las fuerzas
del mal jamás la apagarán! ¡Soy feliz porque el Sepulcro está vacío
por toda la eternidad! El que murió una sola vez ya no muere más, pero
el que resucitó sigue resucitado por toda la eternidad. “Qué doblen
las campanas jubilosas, y proclamen el triunfo del amor, y llenen
nuestras almas de Aleluyas, de gozo y esperanza en el Señor”. ¿Qué
es la Resurrección de Jesús, sino el gran paso en cuerpo de muerte a
la vida? Pero que cambio más grande, porque este nuevo Cuerpo es
luminoso y ágil , es sutil e inmortal. Entra en salas con puertas y
ventanas cerradas, sin romper las paredes y tumbar los techos. Come
pescado asado sin necesidad de digestión, y conversa con sus amigos sin
pisar la tierra. Aparece y desaparece con la facilidad de la luz, de la
muerte a la vida con El. “Los sellos de la muerte han sido rotos, la
vida para siempre es libertad, ni la muerte ni el mal, son para el
hombre su destino, su última verdad.” ¡Aleluya, Aleluya! Pero
hay que insistir, ahora, que la presencia del Resucitado Salvador no es
simplemente una experiencia espiritual, sino son verdaderas Apariciones.
El cuerpo Glorificado está presente ante Pablo, que camina a Damasco
para perseguir a los Cristianos. La voz dice, “Saulo, ¿porqué me
persigues?” El pregunto: “¿Quién eres, Señor?” Y la voz: “Yo
soy Jesús, a quien tu persigues.” La luz brilla, la Voz habla, pero
la Persona de Jesús mora en los corazones
anda en su Cuerpo Luminoso en apariciones. El es el mismo
Jesucristo de antes, pero con llagas brillantes y manos palpantes.
“Derrotados la muerte y el pecado, es de Dios toda la historia y su
final; esperad con confianza su venida, no temáis, con vosotros él está.
¡Aleluya, Aleluya! Cada
año la iglesia quiere insistir que la Resurrección, estamos todavía
en nuestros pecados y somos los más miserables, mentirosos entre todas
las criaturas. Pero Cristo Resucitó, grita Pablo, y con el nosotros
también participamos en una nueva vida, en una nueva creación. Seamos
constructores de una nueva humanidad, de una nueva civilización del
amor. “volverán encrespadas tempestades para hundir vuestra fe y
vuestra verdad. Es más fuerte que el mal y que su embate, el Poder del
Señor, que os Salvará.” ¡Aleluya, Aleluya¡. Es urgente
que el mundo actual celebre la fiesta de Navidad con mucha más
autenticidad que antes. Vivimos rodeados de mucha violencia, guerras y
amenazas de guerras, secuestros y narcoterrorismo, asaltos y robos de
toda clase. Este mundo de violencia tiene que encontrar a Él que nació
príncipe de la Paz. También la corrupción moral está penetrando
todos los niveles y capaz de la Sociedad, que nadie puede descubrir ni
10 justos como en el tiempo de Abraham. Y el que nació en Belén es el
Justo y quiere ser celebrado como “Sol de la Justicia.” Además la
miseria crece más y más, la economía formal se sigue achicando y la
inflación no deja de subir. Gracias a Dios padre, Jesús nación muy
pobre en un establo, nació en un pesebre, envuelto en pañales, pero así
El nos salvó de la miseria más grande, el pecado, y sus consecuencias
sociales. Pero más que nada el mundo actual es muy orgulloso de sus
hazañas científicas y sus conquistas tecnológicas. Y el Niño de Belén
nos presenta la sabiduría de la Luz escondida y El Poder de la
mansedumbre descansada. Los poderosos de este mundo se portan como dueños
de sus pueblos, y cuando los oprimen, se hacen llamar bienhechores. En
fin, el que el Omnipotente con el Padre, parece tan débil que no puede
defenderse contra nadie y tan desconocido como Belén el lugar de su
Nacimiento. Es muy necesario pensar de antemano: ¿Qué clase de Navidad
quiero celebrar con mi familia?: Una Navidad secularizada, una Navidad
Tradicional, o una Navidad renovada? UNA NAVIDAD
SECULARIZADA ¿Cómo
es posible celebrar la Navidad sin fe en Jesucristo, sin creer
en el gran Ministerio de la Encarnación? ¿Cómo es posible,
pasar las fiestas del Nacimiento de Jesús sin renovar la esperanza de
la Salvación eterna y temporal en El? ¿Cómo se puede participar en
los Cantos Villancicos, el Pesebre de Belén, en la casa y el banquete
familiar de la noche Buena y no amarlo a El como Redentor y Libertador?
La Navidad sin fe, sin esperanza y sin el amor de Cristo, no es Navidad.
Para los muy secularizados la fiesta del 25 es una oportunidad de
comercializar juguetes, de multiplicar adornos bien caros, y disfrutar
muchas noches de bailes, comidas y tragos. Las borracheras y las
comilonas, la droga y el sexo son expresiones de la famosa sociedad del
consuma que trata de llenar el vacío espiritual con los placeres de
escape. Pero, gracias a Jesús que vino para salvarnos a todos, muchos jóvenes
ya saciados con lo falso y lo superficial de la vida, están buscando y
encontrando algo muy nuevo y muy antiguo, la hermosura y la belleza de
la fe en Jesús. Este
tesoro escondido a los sabios y a los entendidos del mundo está
manifestado a los pequeñuelos que conocen por fe .
Sí Señor, “quedate con nosotros, porque cae la tarde y se
termina el día”.
Somos hijos del día y no de la noche por eso vivimos en la luz
y no en las tinieblas.
la hora de la salvación es más cerca que cuando recién
comenzamos a creer.
Muchos andan en el oscuro país de lo absurdo donde todo parece
ser vanidad.
Sí, vanidad de las vanidades y todo es vanidad menos el señor.
Creer
es consentir a una Luz que es medio oscura porque es como ver
en un espejo vago.
La revelación divina brilla en la oscuridad de los absurdo como
un rayo de relámpago en una noche opaca sin silueta.
El que es grande
solo espera la invitación silenciosa, "quédate con
nosotros".
Con qué
alegría el que salva de la respuesta llenado el vacío
espiritual con su propia vida.
Quitar la soledad de cada corazón y llenar este vacío en el espíritu
humano es la misión del Señor de la gloria.
Para los que creen, Dios es muy accesible quitando la confusión
de la mente.
Para ellos que esperan a Jesús está realizando su promesa de
atraerlos a El.
Y para aquellos que aman la unión íntima comienza en la tierra
inundando el espíritu con el fuego ardiendo más y más. Hace
algunos años en una promoción universitaria un predicador nos dijo:
“cuando entremos en la presencia del Señor para recibir la
recompensa por nuestras vidas en la tierra, El va a preguntarnos dos
cosas. ¿Qué a hecho con sus talentos, y donde están los otros?”
La pregunta sobre los talentos
es muy básica porque el primer talento es el don de la vida.
¿Sabemos amar nuestras vidas y dar
un sentido grande a la vida eterna, o no?
¿Estamos creciendo poco a poco en la Vida de Jesús con El que
está viviendo
más y más en nosotros?
Enseguida pensamos en el segundo talento el don de la luz mental.
Qué privilegio más grande es la capacidad de buscar y entender
la verdad.
Cuando hay millones de analfabetos e ignorantes que no pueden
estudiar, ¿Qué estamos haciendo
con el hambre y sed de la Verdad?
El Gran Maestro de la Verdad, y el Pedagogo de santidad nos dijo
que por la Verdad vamos a ser libres.
El tercer don es el talento de amar y ser amado como El nos amó.
La amistad de nobleza es el valor principal en la vida humana y
divina.
¿Quién
sabe apreciar este don de la caridad para decir con Pablo, yo no
vivo, Cristo vive en mí”?
Sí Señor Jesús, quédate con nosotros porque cae la tarde y se
termina el día de nuestras vidas terrenales!
La voz del Buen Pastor está sonando en el teatro del Juicio
final, preguntándonos, “¿dónde están los otros?”
¿Cuántas personas encontraron el camino de la salvación por el
testimonio de nuestras vidas, por la palabra de nuestras bodas y por las
obras de nuestras manos?
¿Y al contrario cuantos hermanos han sido escandalizados por
nuestras culpas y falta de caridad?
¿Hemos sido cosechadores para ser sembradores, evangelizados
para ser evangelizadores y reconciliados para ser reconciliadores?
Grande, muy grande es la cosecha, pero donde están los
cosechadores?
Maravilloso, muy maravilloso es el peregrinaje, pero dónde están
los peregrinos del amor? Misterioso, muy misterioso es el pastoreo, pero
donde están los pastores del Señor?
¿Señor, son muchos los salvados, o pocos? La
respuesta del Buen Pastor es siempre igual, trata de entrar por la
puerta angosta y andar por el camino estrecho, porque el camino ancho y
la puerta grande lleva a la perdición y muchos pasan por este lado.
sí, Señor, quédate con nosotros porque el camino es grande y
maravilloso, pero
muy Misterioso.
Hay
tres experiencias muy grandes en la Nueva Vida que Jesús nos
dio:
la Fe, la Esperanza y la Caridad.
Pero lo más excelente es el Amor, la Caridad.
Por la Fe, Dios es accesible y muy personal.
Por la esperanza Dios es deseable y muy querido.
Pero por el Amor, Dios está presente y muy unido a nosotros.
La unión íntima con el Padre, en Jesucristo, es por el Amor del
espíritu Santo y hace al Cristiano feliz.
El encuentro con Dios por la Fe, es como mirarlo en un espejo
medio oscuro.
Acercarse a el por la esperanza, es andar por el camino de la
atracción sin realizar todavía la posesión.
Pero la unión del Amor, es descansar en las llamas del Espíritu
ardiendo más y más.
“No somos nosotros los que hemos amado a Dios, sino que El nos
amó primero:
“El amor humano presupone que la persona amada es buena y
atractiva.
Pero el amor divino hace a la persona amada, buena y amable”,
tantas veces lo sentimientos humanos son engañosos y el amor
nace y crece muy equivocado.
Pero por el movimiento divino en el corazón Cristiano, el amor
nace en la Gracia de Jesús y crece por el Espíritu siempre fiel.
Por eso, “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma y con toda tu mente, “no es solamente el primero de los
mandamientos; más bien es la corona de los privilegios.
Se dice que cuando San Juan, el último apóstol todavía vivo,
estaba ya muy viejo, el repitió constantemente la misma cosa:
“Hijos míos, ámense los unos a los otros.
Sí Hijos Míos, ámense los unos a los otros”.
Sus discípulos se cansaron un día de escuchar la misma cosa y
ellos
le dijeron:
“¿cómo
es posible, Juan, que tú nos dices algo nuevo de la Vida de Jesús.
Por ser el discípulo más querido digamos algo secreto,
desconocido por los toros apóstoles. Juan
les contestó: “no hay
más secreto y más desconocido que el Amor entre los hermanos
que aman a Jesús.
Diariamente hay que renovar este Amor y hacer después lo que tu
quieras.
Porque si ustedes se aman los unos
a los otros en Jesús, es imposible vivir mal”.
Sí hermanos, hasta hoy día, nosotros los Cristianos tenemos un
solo mandamiento nuevo y no muchos:
Amar los unos a los otros, como El
nos amó, y no hay nada más grande que dar su vida.
Sí, hermanos, lo más excelente es el Amor de Jesús y amar los
unos a los otros como El nos amó. Pero la Palabra de Dios nos dice algo más, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Si alguien no ama bien a sí mismo, es imposible amar a su prójimo. Aparentemente es una contradicción con las enseñanzas de Jesús cuando dice, “El que ama su vida la destruye, y el que desprecia su vida en este mundo la conservará para la Vida Eterna”. Lo que está claro, es amar su vida en Cristo y por El se desprecia su vida en este mundo para conservarla para la vida eterna. Despreciar hasta odiar su vida, sin Cristo, es amargar tu corazón y rechazar a tu prójimo. Un morir a sí mismo es amarse a sí mismo como El nos amó y no hay amor más grande que dar su vida por su prójimo. Tan fácil es decir, “Lo más excelente es el amor” Tan difícil es vivir con lo más excelente como un ideal para realizarse en el Espíritu de Amor.
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